viernes, 10 de agosto de 2012

Una noche más en vela.

Cuántas noches me he quedado en blanco pensando. Buscando opciones. Buscando una mínima posibilidad que no encuentro. Cuántas noches llorando por saber -sí, saber-, que continúo con un imposible. Que sigo adelante con algo que sólo puede catalogarse como sueño. Cuántas veces me he arrepentido de haberte conocido y después he sonreído como una tonta porque hoy te ha dado por decirme te quiero. Cuántas veces le ha dado a mi cabeza por ilusionarse con promesas que, simplemente, no llevan a ningún puerto. 
Cuántos golpes he metido contra la cama. Cuántas veces he apretado los dientes porque la rabia de no poder tenerte me consumía. Cuántas veces, por el contrario, me he quedado horas hablando con la almohada porque es la mejor sustituta de tu cuerpo. 
Cuántas canciones me han sacado una sonrisa inocente porque parece que hablan de ti, de mí. Cuántas me hicieron darme cuenta de que nuestro cuento no tiene final ni triste ni feliz. Que nuestro cuenta está escrito de mentiras. 
Y sin embargo aquí sigo, suplicando tu cariño porque yo no soy mía sino tuya. Pidiéndote la vida con cada palabra. Enterrando mis verdaderos sentimientos en un cuaderno de notas. 
Aquí sigo queriéndote como el primer día porque no conozco el límite. No sé qué hacer para dar por hecha ésta relación compuesta de metas inalcanzables. 
Y es que hasta qué punto llega mi locura, que se apagaron todos mis sueños… Salvo el de estar contigo.

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